IDIAP promueve seguridad alimentaria en Comarcas Indígenas
El mejoramiento de la calidad de vida mediante una variabilidad en la alimentación, responde a la relación que existe entre la productividad y por ende la competitividad; y es allí donde se centra el concepto de capacitación que descansa en una responsabilidad social, pues representa el apoyo para la creatividad y la laboriosidad, ideales compendiados en el Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá(IDIAP), quien conjuntamente con la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura(FAO),el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), Autoridad de Recursos Acuáticos de Panamá (ARAP), Ministerio de Salud (MINSA) y el Ministerio de Educación(MEDUCA),realizaron en dos años un proyecto orientado a 8 comunidades indígenas de Guna Yala y Ngäbe Buglé que recibieron asistencia técnica, capacitación en nutrición, investigación agrícola y sobre todo, cómo sembrar nuevos rubros para mejorar su alimentación, al introducir cultivos tradicionales que los grupos indígenas habían dejado de producir a saber: Otoe, yuca, guandú, zapallo, ñame diamante, baboso y poroto, también se iniciaron en la producción de Tilapias.
El proyecto busca reforzar la seguridad alimentaria y nutricional de estos pueblos a través de innovaciones tecnológicas agrícolas.
Los datos del Vll Censo de talla de estudiantes del 2013 publicado por MINSA, muestran una mayor prevalencia de baja talla en las Comarcas Guna Yala (61%) y Ngäbe Buglé (53%) A ello se suma, la incidencia de la pobreza extrema entre los indígenas de Panamá que es de 5.9 veces más que la de los no indígenas, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Desde su inicio, el proyecto desarrolló una agenda integral en la que participaron distintos actores de las cadenas investigativas, productores y representantes de las instancias que integraron este equipo multidisciplinario que hizo posible que se generaran excedentes en la producción agrícola, que fueron destinados a la comercialización, estableciéndose así una fuente adicional de ingresos para los agricultores. Paralelamente, las comunidades, escuelas y autoridades locales se capacitaron en el consumo de alimentos nutritivos, lo que se tradujo en mejoras a la salud y el bienestar de las poblaciones más vulnerables, los niños.